Ubicado en Castilleja de Guzmán, en el Aljarafe sevillano y a tan solo seis kilómetros de la capital andaluza, se ubica este complejo de viviendas. Frente al clásico modelo unifamiliar y estereotipo en la zona, se propone concentrar al máximo los espacios habitables, en favor de una disposición diferente, más amplia, en bloques pequeños y espaciosos.
Con un planteamiento similar al de unas grandes villas rodeadas de jardines, en los espacios exteriores del conjunto se diseñan zonas verdes y recorridos peatonales que unen los accesos a los bloques, lo que genera un entorno de mayor calidad ambiental para sus ocupantes. Se persigue, por tanto, un modelo disperso, en el cual los bloques se fusionan con las zonas verdes, en relación constante con el paisaje circundante. A la vez, se busca que exista espíritu de convivencia en estas áreas, ofreciendo lectura de ciudad.
Además, en la implantación de este residencial se siguen dos estrategias básicas: por una parte, se pretende completar la trama ya existente mediante la integración con la nueva intervención y, por otra, adaptar el concepto a la topografía natural del terreno.
Construir una ciudad coherente con los nuevos tiempos significa ser acordes con el paradigma de la sostenibilidad. Este conjunto residencial se proyecta siguiendo unos parámetros de compromiso e integración con el territorio, de tal modo que el impacto sobre el mismo sea mínimo y, a su vez, potencie la calidad de vida en sus ocupantes a través del disfrute de los espacios exteriores.
Para entender la propuesta de EDDEA, primero hay que comprender la situación del espacio donde se va a llevar a cabo. La zona está constituida por una extensa área agrícola en desuso de más de 38 hectáreas. Los terrenos presentan una topografía muy determinante, de significativas pendientes que condicionan de manera relevante las posibilidades de implantación tanto de edificaciones como de conexiones viarias de la zona.
El proyecto se adapta la topografía abrupta del terreno suavizando la pendiente de este a oeste y generando pequeños taludes entre los caminos peatonales y los jardines de planta baja, para aportar la intimidad necesaria para su disfrute. De esta forma, los pequeños desmontes y terraplenes propuestos en el plano verde configuran una gran variedad de estancias y zonas interiores que sirven para uso comunitario, pero, sin embargo, no comprometen la intimidad del conjunto de espacios habitables. Se concibe así un nivel de urbanización ligero, similar a un parque, que se encuentra estructurado a partir de la topografía original.
El primer objetivo de la propuesta es huir de las construcciones tradiciones de la zona, para lo que se proyecta un bloque aislado con rasgos más propios de edificaciones unifamiliares que de plurifamiliares. Se plantean tres plantas por bloque y tres viviendas en cada planta. Se decide disponer de manera libre sobre la parcela dichos bloques para conseguir más privacidad, buscando siempre el juego de las vistas y aperturas en diagonal. Además, el hecho de recurrir a piezas de pequeña dimensión en planta, garantiza una fácil adaptabilidad al terreno.
La relación entre la altura del bloque y su ocupación es muy equilibrada, lo cual consigue esa similitud a un ‘gran chalet’, y, a su vez permite, adaptar con mayor facilidad la edificación a la topografía de la parcela.
Por otro lado, la disposición de los bloques en la parcela no es libre, sino que busca mantener la mayor separación posible para crear zonas exteriores amplias, y evitar vistas cruzadas entre las viviendas.
Para poder optimizar el espacio interior de las viviendas, se recurre a una crujía de casi siete por cinco metros con un forjado reticular, se libera así a las viviendas de pilares intermedios y, de esta forma, se facilitan diferentes distribuciones de las mismas.
Como si de un gran tapiz verde estructurado por una red de caminos se tratara, se ordena una secuencia de espacios libres de diferentes escalas, que forman una red que recorre toda la ordenación. Por tanto, se plantea un primer nivel denominado verde rural, que constituye la prolongación del entorno rural que rodea al conjunto y presenta un tratamiento más natural.
A continuación, tras este primer nivel, se propone un verde de transición que alberga actividades y es protagonista en la convivencia.
Por último, aparece el verde privado, insertado en el tejido residencial, en continua relación con las viviendas para configurar los espacios exteriores de estas, tradicionalmente tratados como jardines comunitarios.
Con el fin de lograr el efecto descrito, se planta un arbolado denso de hoja caduca en las zonas que componen los recorridos interiores, mientras que en el área de juegos o en los recintos deportivos se presentan conjuntos de sombra perennes.
Fotografías de Fernando Alda.
El acceso peatonal al complejo residencial debe producirse en un único punto intermedio de los terrenos, para permitir una centralización de los servicios de control y seguridad. Desde aquí surgen las sendas peatonales que discurren por el interior de la urbanización y comunican con los bloques. Frente a estos, se ubican diferentes espacios ajardinados, que proporcionan una mayor privacidad, para separar las zonas de tránsito de las privativas.
La entrada al bloque se hace a través de un patio semiabierto de triple altura, resultado de horadar una de sus fachadas. La riqueza de este espacio está vinculada con una escalera ligera y una cristalera matizada por una celosía de ladrillo que facilita un mejor control de la luz y unas vistas generosas de los jardines.
Contacto
EDDEA Arquitectura y Urbanismo
C/ José Delgado Brackenbury, 9
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